miércoles, 16 de diciembre de 2009

Ahora que ya no somos ni docente ni alumnos...

...Aspiro a que sigamos siendo amigos.
Y para eso contamos con este medio de encuentro, para que escriban acá cuando gusten, para que lean las aventuras o desventuras de sus compañeros, para que rían, se emocionen, recuerden o se informen sus noticias (recitales, muestras, proyectos, etc.).
Pueden también traer sus crónicas de vacaciones, sus propuestas para el año entrante, como el día y la hora en que van a inscribirse para coincidir, las ganas de comer otra pizza juntos, la lectura de lo hayan reconocido como imperdible.
Ahora ya no hay tiempos ni notas, ahora están ustedes.
Si quieren y me lo dicen, los acompaño.
Un abrazo y los mejores deseos de paz y prosperidad para la Navidad y el año entrante.
Con todo afecto.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Ensayos de octubre

El lugar para el entrecruzamiento propuesto entre Corazonada y Nos han dado la tierra se dispersó como un terrón de polvo de ese desierto de Rulfo.
Para ordenar lo que sigue, usen el espacio de los comentarios para colgar sus textos ensayísticos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Notas del trabajo final

Aguilera, Aranda L., Galván, Ojeda, Patané (2) y Pillado recuperan aspectos diversos. Magalí, Gianina y Nicolás corrigen lo hecho (traigan hojas) y el resto recupera contenido y narración.
Mañana tomamos recuperatorio en calle 45 N° 740 1/2, 4°B (lo de Walter) a las 10.30 hs.
Hasta entonces.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Memoria del proceso

Como saben, el trabajo final va llegando a su fin, con mayor o menor dificultad, con cierres definitivos y precarios, con historias distintas.
Cada uno se propuso construir un texto que diera cuenta de su aprendizaje, su mejor logro en este taller, y ahora, "al volver la vista atrás -dijera Machado- se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar..." Y eso es así de cierto: tanto, que nos atrevemos desde acá a pedir que vuelvan ahora, antes de que se borren sus huellas, a recordar lo vivido alrededor de este trabajo.
Todo lo que se recuerde viene a cuento: las horas, las luces, los nervios, las esperas, las postergaciones, la preocupación, el desgano, los otros actores, los ayudantes y los obstaculizadores, las máquinas y los saberes técnicos, los dedos, la cabeza, los dolores y el placer del texto terminado. Cuando decimos todo, estamos pensando en un texto minucioso, prolijo, elaborado con el sabor que le imprime el ser obra de cada uno, con todo ese cansancio que ahora devino historia, con el triunfo de quien tiene una historia que contar.
Queremos leer la vida que late detrás de cada texto, sus pormenores y su futuro: queremos leerlos.
Esperamos de cada uno un texto pegado a modo de comentario pero vivido con la plenitud de la obra completa. No resúmenes, no recortes: memoria.

Generación Y

La idea de generación, como vimos, constituye una herramienta sociológica que ayuda a ver. Lo pudimos comprobar con la lectura de los artículos propuestos para la clase. La cuestión pasa por saber si lo que en un punto es en favor del conocimiento en otro no se convierte en obstáculo para reconocer lo que tenemos de propio, nuestra idiosincrasia.
Muy probablemente sean hoy las miradas globales las que sobreabundan y obnubilan la vista del resto. En ese sentido, el trabajo pedido consiste en reconocer si existe todavía lo nuestro, lo propio, y en ese caso, informar qué es. Un texto informativo-descriptivo que busque la aguja en el pajar, por qué no, para ir cerrando este proceso.

martes, 10 de noviembre de 2009

Otra ayuda

Una ficción que se autoproclama eterna


El poder no es estático. No es una realidad dada de una vez y para siempre. Nadie puede ostentar título de propiedad sobre él. El poder es una construcción social legitimada, el reconocimiento externo de una posición de mando, de decisión. Sin esa legitimidad, pierde arraigo, se desploma. Pasa a ser una máscara sin un rostro detrás, un traje lujoso que al caer desnuda el engaño de una no-existencia.

En ocasiones, el tránsito de un estado a otro es un recorrido lento, dificultoso. En otros casos, una situación marca el quiebre, el irreversible punto de inflexión. Entonces, el poder cambia de manos de un modo imperceptible y contundente, y hasta se vuelve contra su antiguo poseedor.

Cuando en “Corazonada” la Vieja le propinó el segundo golpe a Celia, la paciencia de la joven se colmó. El dolor de una nueva trompada le hizo sentir que ya no podría seguir tolerando humillaciones. En ese momento, la sumisión se convirtió en engañosa obediencia. En silencio, Celia empezó a tejer su contraofensiva. Desde hacía tiempo contaba con elementos suficientes para instrumentarla. Pero nunca antes había tenido necesidad de pensarla. El golpe la colocó en un nuevo lugar. Sin ser plenamente consciente, su sed de revancha le agudizó el ingenio. Y con él pasó a tener el control de la situación, a ejercer el poder.

Lo mismo le ocurrió a Hop Frog. Todo parecía desarrollarse como tantas otras veces: el Rey exigiéndole ideas creativas, emborrachándolo a la fuerza para burlarse de él, los ministros festejando la falta de escrúpulos de Su Majestad. Una escena harto conocida. Hasta que su compañera Trippetta tuvo que sufrir en el propio cuerpo la violencia imperante. En ese preciso momento, la normalidad se interrumpió. A Hop Frog el golpe lo movilizó, lo hizo reaccionar. Pero no se movió. Tan sólo pensó. Unos instantes después, todos estaban haciendo lo que él les indicaba: los roles se habían modificado. Ellos creían que el enano estaba obedeciendo las órdenes que había recibido. No sabían que era él quien ahora mandaba, quien había pasado a tener el poder de conducirlos a la muerte.

Para que el brazo de hierro caiga sobre los más no alcanza con alguien que quiera ejecutarlo. También es necesario que existan otros que acepten la irreversibilidad de su condición y le permitan ser. Si esos otros se rebelan contra lo dado y toman la decisión de actuar, las cartas vuelven a echarse. Son ejemplo de esto las comisiones internas de los sindicatos que combaten a la patronal y a las propias cúpulas gremiales y las madres que, organizadas en las villas, han logrado alzar su voz para luchar contra el paco y denunciar la complicidad policial y política. En todos lo casos, con un denominador común: vencer la parálisis, dejar de ser espectadores. Cuánto más se extiende esta conducta, más retrocede el poder.

El poder se nutre del miedo, del “con ellos no se puede”. Deslegitimar esa verdad impuesta es el paso decisivo para alterar el orden “natural” de las cosas.

La ayuda de los ayudantes

¿Por qué cantamos?

Si las almas están rotas y los ríos secos y los ojos cerrados y las piernas cansadas, ¿por qué debemos cantar? Porque el corazón aún late y las lluvias llegan y la mirada brilla y los pasos son más firmes si alguien va a la par. Es que aún hay esperanza. Aquello que dicen algunos: “es lo último que se pierde.”

Enemiga del silencio, la esperanza renace en cada golpe, en cada intento de asfixia, en cada bocanada de aire puro y joven. Se grita a sí misma, no calla jamás. Tiene la constancia del pulso, porque existe mientras hay vida.

Algunos, muchos, se encargan de describirla y de documentar su presencia en los hechos de la historia; otros tantos la inventan y le dan entidad en la ficción. Así, la esperanza transita por el maravilloso mundo de la literatura, donde se imprime fuertemente sobre las blancas hojas del silencio para no morir jamás.

Es en este sentido que el escritor mexicano Juan Rulfo en su cuento “Nos han dado la tierra”, recupera este sentimiento no sin antes describir un pesar casi inacabable, una angustia insoslayable, un camino eterno hacia lo que promete ser la nada. Esas son las sensaciones que invaden al lector cuando se introduce en la narración.

Los campesinos peregrinan al sol en pleno desierto, invadidos por la sed del territorio dado, pero no hallan más que la aridez del llano. Sin embargo, transitan juntos y no se pierden. Van mirando hacia adelante y aún en ese paisaje decadente y en ese fin existe la esperanza. Con la tristeza de la desilusión pero con la grandeza del oprimido, uno de ellos decide seguir y dice: “La tierra que nos han dado está allá arriba”. Así termina, no podría ser de otra manera. A pesar de estar subsumido en el pesimismo de la época, Rulfo no puede dejar de plasmar su mirada latinoamericanista y esa tendencia hacia la resurrección inexplicable.

No hay duda entonces: a pesar de la realidad tirana que sofoca, excluye y subyuga, se puede construir un escenario donde los nortes sean otros. Siempre y cuando haya alguien con quien compartir la mirada y con quien tender redes.

Cantemos porque, así, la esperanza ineludiblemente renacerá.


Marien Chaluf